sábado, 9 de octubre de 2010

Hacia un nuevo sistema educativo (II)

SITUACIÓN ACTUAL: Creo que no hay dudas sobre el hecho objetivo. Nuestro sistema educativo, con sus defectos y virtudes, no es eficaz, a pesar de los logros obtenidos en estos últimos 30 años a nivel de alfabetización de la población. A los números me remito.

El sistema educativo descansa sobre tres patas: el profesorado junto con el centro, los padres y los alumnos. En nuestra situación actual las tres patas están fallando, de manera que no es posible achacar la calamitosa situación a los profesores en exclusiva, ni tampoco a padres o alumnos. La responsabilidad del fracaso es compartida y por ello es tan difícil su arreglo.

En primer lugar, el profesorado está cada vez más desmotivado y apático. Ello hace que la calidad de la enseñanza sea cada vez peor. Se encuentran con clases sobresaturadas de alumnos que en gran parte no les hacen fácil la vida, bien porque no quieren estudiar, bien porque tienen algún tipo de dificultad o discapacidad.

Por otro lado, muchos licenciados encuentran en la educación una forma de ganarse la vida, pero ejercen su profesión sin vocación alguna. Ello hace que entren al sistema educativo sólo a cumplir con su horario, haciendo lo mínimo y con desgana.

El resultado ya lo conocemos, gran cantidad de docentes con bajas por depresión, ataques de ansiedad, pasotismo (tardando meses en corregir exámenes, no innovando en las clases, etc) y faltos de autoridad.

En segundo lugar, una parte de los alumnos en el despersonalizado sistema actual, se encuentran perdidos y desmotivados. Se desenganchan de unas clases teóricas en las que nadie se ocupa de que aprendan. Es más, sino están en clase, mejor para el funcionamiento de la misma. Eso lleva de forma irresoluble al fracaso escolar, tanto en los niveles de ESO como de Bachillerato. Esos alumnos muchas veces arrastran problemas de autoestima y de falta de cariño y en el colegio al “pedirlo” y no encontrarlo reaccionan de las formas ya conocidas: revientan la clase, ausentismo escolar, apatía por los estudios, autoestima por los suelos…. Resultado: fracaso escolar.

Y en tercer lugar están (estamos) los padres. Muy preocupados sobre el papel por la educación de nuestros hijos, pero cuando llegan a la ESO o Bachillerato dejamos de ir a hablar con los profesores y ya no nos interesa tanto estar atentos a nuestros hijos. Además hoy en día se da la situación en la cual al trabajar los dos miembros de la pareja, o al estar los padres separados, se dan situaciones en las cuales el alumno afronta solo por las tardes la tarea de aprender.

Además estamos educando a nuestros hijos en la opulencia y en el hecho de que ellos son los reyes de la casa. Eso hace que nos resulte difícil convencerles de que deben obtener esforzarse y sufrir para lograr sus objetivos. En resumen, se ha perdido esa cultura del esfuerzo que se resume en: “quien algo quiere, algo le cuesta”.

Otro día más.

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